jueves, 26 de febrero de 2015

NUEVA EDICIÓN SEMINARIO IBEROAMERICANO SOBRE TRABAJADORES AGRÍCOLAS, EMPLEO Y MIGRACIONES RURALES (5 de Marzo 2015)



El próximo jueves 5 de Marzo comenzará una nueva edición del SEMINARIO IBEROAMERICANO SOBRE TRABAJADORES AGRÍCOLAS, EMPLEO Y MIGRACIONES RURALES. Este seminario internacional es producto del esfuerzo coordinado de investigadore/as mexicanos del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM (Sara Lara Flores, Marta Judith Sánchez, Hubert C. de Grammont) y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (Kin Sánchez), así como investigadore/as españoles de la Universidad de Valencia (Paco Torres e Inmaculada Serra) y la Universidad de Murcia, representada por Andrés Pedreño y Elena Gadea, miembros principales del equipo ENCLAVES-Murcia que coordina el proyecto que dota de sentido a este blog: "Sostenibilidad Social de los nuevos enclaves productivos agrícolas: España y México".

La ponencia del día 5 de Marzo se titula:
 "Regresar al pueblo: hombres y mujeres migranres frente al retorno en Centroamérica"
Presentada por la investigadora Delphine Prunier (IIS-UNAM, México) y moderada por la doctora Sara Mª Lara Flores (IIS-UNAM). 

La hora de comienzo son las 17h en España (las 10h en México) y podrá ser seguida en directo  por webcast en el siguiente enlace: 

jueves, 19 de febrero de 2015

ABIERTO EL CALL FOR PAPERS DE LA PRÓXIMA CONFERENCIA DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE HISTORIA AGRARIA (SEHA): Old and New Worlds: the Global Challenges of Rural History. Lisboa, enero 2016


La Sociedad Española de Historia Agraria (SEHA) nos remite información sobre la próxima conferencia que se celebrará en Lisboa en Enero de 2016:
 

Desde ENCLAVES, os animamos que consideréis la participación en el panel S06:
Cadeias globais agrícolas: impactos territoriais e transformações ambientais e socioeconômicas na era do capitalismo (séculos XIX-XXI)


Cadenas globales agrícolas: impactos territoriales y transformaciones ambientales y socioeconómicas en la era del capitalismo (siglos XIX-XXI).

El call for papers estará abierto hasta el próximo 15 de Abril.

lunes, 9 de febrero de 2015

ETNOGRAFÍA DE UNA PROTESTA JORNALERA POR LAS CALLES DE MURCIA: APUNTES PARA UNA SOCIOLOGÍA DEL MALESTAR LABORAL EN LOS CAMPOS AGRÍCOLAS. Murcia, 25 de enero de 2015.

Noticias de prensa y artículo sobre la manifestación:
"Clamor contra la explotación laboral en el campo murciano" (Diario La Verdad)
"No quiero trabajar todo el día y cobrar sólo 15 euros" (Diario La Opinión)
"Los trabajadores del campo protestan contra el abuso laboral en el sector agrario" (eldiario.es)
"Masiva marcha contra la explotación y el fraude laboral en el campo" (lacrónicadelpajarito.es)
Artículo "gestión a base de salarios de miseria (Manuel Pérez)



Al inicio de esta investigación ya hicimos una etnografía de una protesta (vease Etnografía marcha contra la precariedad) y tres años después nos volvemos a aproximar a la acción colectiva de los trabajadores agrícolas murcianos. El momento de la protesta tiene algo, diría Bourdieu, de “milagro social”, especialmente cuando la protesta es protagonizada por aquellos que lo tienen todo en contra para protestar. Pues efectivamente, la precariedad absoluta en la que se mueven los jornaleros y jornaleras de la Región de Murcia dificulta enormemente la acción colectiva. Pero ocurrió “el milagro social” y por ello nos pareció pertinente para los objetivos de esta investigación la realización de la presente observación etnográfica.


Es la hora y la avenida ya está cortada al tráfico por una creciente aglomeración de gente, muchos llegan en pequeños grupos desde el aparcamiento para autobuses del cercano Auditorio de la ciudad. En ese momento pienso que sería muy interesante poder trazar un mapa con los desplazamientos de cada uno de los asistentes desde sus municipios de residencia dispersos por toda la Región.

Son casi las once de la mañana de un domingo de Enero. La ciudad apenas empieza a despertar bajo otro día de sol radiante y cielo azul. Me acerco andando por una gran avenida de la ciudad a la Delegación del Gobierno, lugar de convocatoria de la manifestación. Es un paseo paralelo al río Segura. Ya desde lejos empiezo a palpar el ambiente y sentir una mezcla de emoción, excitación y curiosidad sociológica. Hacía tiempo que las calles de Murcia no veían desfilar a jornaleros y jornaleras del campo contra la explotación laboral.  Desde el primer momento sé que esta movilización ya ha ganado algo importante, vuelve a situar en la agenda política la situación vital y laboral de miles de personas que malviven en los campos murcianos, y lo hace visibilizándolos en el espacio público, en un intento de contrarrestar la invisibilidad social a la que fueron condenados por su condición inmigrante.

Comienzo manifestación jornalera contra explotación laboral. Delegación del Gobierno en Murcia, junto al Río Segura

La manifestación no ha comenzado aún, pero ya estoy rodeado por una muchedumbre de jornaleros del campo que nerviosamente comienza a organizarse para manifestarse contra la explotación laboral en el campo,  los bajos salarios, los abusos sexuales, la no cotización de los días trabajados, las jornadas excesivas, la gestión del trabajo que hacen la ETT's, la dejadez del gobierno y la falta de inspecciones[1]. Estas son las principales reivindicaciones de una situación insostenible socialmente, aunque parece ser que rentable económicamente para los empleadores.  La práctica totalidad de los manifestantes[2] son inmigrantes, y  de ellos la inmensa mayoría son hombres en edad de trabajar.  Las mujeres están más dispersas pero un grupo de ellas, de origen marroquí, están en la cabecera de la manifestación con sus hiyab y su pancarta.

Los trabajadores concentrados responden a los perfiles étnicos de los que han ido llegando a esta Región en las últimas dos décadas, fundamentalmente de Magreb (Marruecos, Argelia), Latinoamérica (Ecuador y Bolivia), África (Mali, Senegal) y, en menor número, Paquistán o la India. A pesar de que se dice que son muchos los “españoles” que han retornado al campo por la situación de desempleo, aquí se ven pocos. Se aprecia en la manifestación el proceso de etnificación del trabajo agrícola que ha venido operando desde hace décadas. Sin embargo, es interesante constatar que no se trata de una protesta monoétnica (es decir, protagonizada exclusivamente por tal o cual colectivo etno-nacional), sino que por el contrario se observa diversidad (latinos, subsaharianos, magrebíes…). Esto contrasta con lo que viene siendo habitual en la acción colectiva de la gente inmigrante en la que no siempre pero frecuentemente la pertenencia etnonacional de los organizadores condiciona la composición de los participantes, soliendo implicar una cierta homogeneidad étnica.  Me introduzco en la manifestación cámara en mano, comienzo a echar fotos y le pido a un hombre que pose con el cartel que lleva entre manos, y lo hace sonriente.

 Trabajador reivindicándose



Cabecera de la manifestación, con un grupo de mujeres.

No noto en ningún momento tensión o incomodidad ante mi presencia observadora. Otras presencias, por el contrario, parecen incomodar más: veo que tres chicos muy jóvenes son recriminados por un grupo de  marroquíes por las banderolas comunistas que portan, exigiéndoles que las plieguen. Me acerco al tumulto y creo entender que un marroquí le dice al chico más alto (con gafas de sol verdes, chándal y corte de pelo moderno) que esa bandera no es de ahí, que es una bandera manchada.  La intervención de sindicalistas experimentados de CCOO ataja la cuestión alejando a los chicos, que continuaron con sus banderas durante un rato más, hasta que en la puerta del Instituto Cascales, a escasos 200 metros de la salida, los veo abandonar...

La marcha va a comenzar. En la cabecera de la manifestación hay un grupo de unos 20 hombres que hablan árabe y castellano y llevan chalecos fluorescentes con lemas escritos detrás.  Se muestran nerviosos y preocupados, son los encargados de la organización de la manifestación, para lo cual conforman un cordón cogiéndose de los brazos para obligar a todos los que estamos dispersos a cuadrarnos tras las pancartas de cabecera.  Por momentos parece una tarea titánica, los manifestantes desbordan constantemente el cordón para observar maravillados la cabecera de la manifestación desde fuera. Decenas de móviles graban, cientos de caras sonríen y se asombran de lo que está pasando y en lo que están participando.  Se palpa la excitación, el nerviosismo, la camaradería y la indignación. 
Manifestantes a las puertas de la delegación del gobierno
Organización en los instantes previos al comienzo de la marcha.

Delante de las pancartas de la cabecera un grupo de personas españolas blancas, portan pegatinas de CCOO y distingo a un concejal de IU en el ayuntamiento), al Coordinador Regional de IU y al Secretario general en funciones de CCOO. Apenas hay división física entre unos y otros pero si simbólica, no comparten la pancarta en los primeros momentos, pues la cabecera pertenece a decenas de jornaleros inmigrantes que se agolpan chillando y portando banderas y pancartas.  Todas las banderas y pegatinas son de CCOO. Evidentemente el sindicato ha sabido canalizar y apoyar las reivindicaciones surgidas desde los sectores más débiles de la cadena de trabajo: inmigrantes, y una parte de ellos, sin papeles, como más tarde me corroborarían varias manifestantes.  Sin embargo, las pancartas no son de elaboración sindical ni profesional, son trozos de tela blanca con lemas pintados en spray. Vieja escuela, que me recuerda a las fotografías de las manifestaciones en España durante los años de la transacción democrática y a las nuevas movilizaciones, las del 15M y las mareas ciudadanas, las del desencanto con la política tradicional y sus protagonistas. En ellas están escritos los lemas más coreados y repetidos por todos y que explican claramente los fundados motivos de la protesta: “No a los destajos”, “somos personas no esclavos”, “no a las Ett's”, “contra los abusos sexuales”, “más inspecciones de trabajo”, “queremos derechos” etc.



Pancartas y banderolas


Comenzamos a andar  y es entonces cuando el propio desarrollo de la manifestación me hace imposible seguirla como había planificado.  Lo que al comienzo parecía un caos organizativo comienza rápidamente a desenvolverse ante mis sorprendidos ojos como una verdadera organización del espacio y de la gente en filas. De repente la muchedumbre cobra vida, sentido y poder. Mi primera intención era moverme libremente por toda la manifestación, hacer fotos, tomar notas, fijarme en general en todo e intentar hablar con la gente... pero al igual que la estructura social predetermina nuestra posición social, la estructura construida para la manifestación en falanges o columnas separadas por poco metros, me engulle como un punto… y también a mi punto de vista.  Al intentar andar libremente los manifestantes, casi siempre sonrientes, me piden que me integre con ellos en una de esas columnas.  No puedo ni quiero negarme, así que me sitúo entre un grupo de marroquíes y una mujer negra, quizá de Mali o Senegal que va sola.  En mi fila casi todos son marroquíes, de todas las edades en edad de trabajar, hay jóvenes, hombres que parecen sobrepasar la cincuentena o prematuramente envejecidos. Son experimentados jornaleros que ya se habrán visto en alguna como esta. No hay niños, quizá por miedo a lo que puede pasar, quizá porque es domingo o porque transportarlos hasta aquí sería otro gasto más.

Organización de la manifestación en filas separadas unos metros.

Reparo que mi falange puede ser un buen ejemplo de la tipología de los manifestantes en general: una mujer africana, el resto hombres la gran mayoría marroquíes, unos pocos africanos y tres hindúes o paquistaníes... y un blanquito exótico con gafas de sol que hace preguntas y fotos (yo). Unos momentos más tarde una amiga me localizará en la manifestación diciéndome “anda que no se te ve…”.

Mi compañero de la derecha en la fila me muestra su cartel, le digo que estoy de acuerdo y me da la mano tocándose después el pecho, le pido poder fotografiarlo y accede sonriendo. Pero en la foto su cara parece más dura y expresiva. A partir de este momento entablaremos conversaciones cortas, periódicas. Me asegura que hay gente trabajando por 20 euros, que no les cotizan lo que supone un grave problema para renovar papeles, algo que él también teme que le suceda. Sin duda las reivindicaciones más urgentes son salario y condiciones legales de trabajo.  Además me asegura que hay muchísimos de los presentes que no tienen  papeles... de ahí el nerviosismo que se palpa,  y que se va disipando conforme avanzan nuestros pasos, las caras se relajan, los canticos arrecian, la gente se moviliza.  Como anécdota decir que al comienzo se oyen sirenas muy fuertes -yo ya sé que es una ambulancia, uno aprende a distinguirlas de las policiales- pero la gente de allí no lo sabe. Silencio mientras se acercan las sirenas, silencio, silencio... y risas aliviadas de algunos cuando aparece una ambulancia por el puente viejo de la ciudad.

Mi compañero de columna


Al poco de comenzar la marcha la furgoneta que porta la megafonía aparece entre la gente para adelantarse cruzando la manifestación. De repente una voz de mujer nos espeta sentarnos en árabe. Silencio sepulcral y obediencia. Todos sentados escuchamos como la mujer habla en árabe, francés y español para decir que debemos ir organizados en filas, no pasar la pancarta de delante y manifestarnos tranquilamente.  El testigo de la alocución lo recoge una voz de hombre, española, seguramente un miembro de C.C.O.O.  Nos pide en varias ocasiones calma y tranquilidad, desfilar sin violencia, sin prisa...  No ocurrirá ningún tipo de incidente.  Durante las más de dos horas de recorrido se mantienen  las filas, distanciadas dos o tres metros unas de otras ocupando todo el ancho de la calle. La disciplina se mantiene hasta el final.  Cada vez que alguien salía de la fila se le recriminaba de buenas maneras. Parecía claro que la consigna no verbalizada era la de “todos a una”. No sólo avanzamos en columnas sino que cada cierto tiempo todos nos agachamos durante unos minutos ¿para ralentizar la marcha? ¿para hacer más visible la participación? Es algo nuevo para mí. Pero son dos detalles muy reveladores del espíritu comunitario de la manifestación y del conflicto generalizado del que surgen las reivindicaciones. 

Empiezan los cánticos notándose las limitaciones del lenguaje, casi siempre se repiten las mismas consignas, las más sencillas de corear y entender. La primeras que surgen, siendo las más repetidas son "fuera ETT's", junto a "trabajo si, destajo no". Sin duda las condiciones de trabajo, la organización del reclutamiento y la gestión administrativa son las reivindicaciones más urgentes para este colectivo.  Más adelante surgen otros cantos diferentes: "queremos derechos" y "somos personas no esclavos", son reivindicaciones que podríamos situar en un plano superior al de las condiciones inmediatas de trabajo. Exigen que se cumplan los derechos humanos, a ser tratados como personas, a ser reconocidos como un valor en nuestra sociedad lo que implica mejorar sus condiciones de vida, no sólo laborales. Aproximadamente a mitad del recorrido surge un nuevo canto  en las filas donde me encuentro, es el de "fuera, ladrón".  Pregunto a mi compañero de la izquierda a quién se refieren con ese genérico “ladrón” y varios compañeros me dicen que a las ETT’s.  Me contarán que con algunas de ellas tienen muchos problemas porque se han dado casos de documentación de alta falsa, como la que muestra a todo el que quiera ver un hombre marroquí que rondará los cincuenta. Además, me aseguran que no juegan limpio con los salarios y las horas de trabajo, intuyo que el reclutamiento es también una fuente de conflicto. Pero además de las empresas de trabajo temporal hay otro sorprendente destinatario del cántico: los encargados de campo marroquíes. El hombre de mi izquierda al que acabo de preguntar (joven marroquí, alegre fumador de dientes negros) se pone a cantar, con poco tono hay que decir, contra los encargados marroquíes.  Durante un instante algunos compañeros de las filas continuas lo miran entre sorprendidos y divertidos, y entre la estupefacción y el divertimento se ponen a corear lo mismo. Otro chico más joven me explicará la razón, afirma que los jornaleros marroquíes trabajan y son los encargados de su misma nacionalidad los que les apuntan menos horas de trabajo, si van con horario, y menos cajas si trabajan a destajo.  Varios de los manifestantes me aseguran que los encargados o se quedan con ese dinero que ellos no cobran o se lo ahorran a la empresa. No están seguros de quien parte la iniciativa, pero si saben que ellos cobran menos de lo que les correspondería. 
Furgoneta de megafonía atravesando manifestación.


 Manifestantes por la puerta del Ayuntamiento de Murcia.

Durante las dos horas de trayecto mantengo diversas conversaciones con los jornaleros que me rodean, me comentan cuál es su realidad cotidiana en el trabajo, no acierto a saber si son sus propias experiencias o lo han leído en el manifiesto que llevan entre manos.  Eso no importa nada, porque la precaria realidad colectiva de esta gente existe por encima de individualidades.

Un hombre que pasará los 50 años, con gafas y gorro de lana, se retrasa un poco en la fila para hablarme. Me comenta que si en el campo hay 20.000 jornaleros trabajando a destajo, podrían ser 40.000 trabajando con horario, argumenta que de esta manera ganaríamos todos porque habría más trabajo de más calidad para más gente,  más seguridad y más cotizaciones que beneficiarían a todos los murcianos. Esto demuestra un conocimiento, al menos mínimo, de los rudimentos del funcionamiento del sistema.  Otro mozo más joven me dice que no han venido ni la mitad de la gente que tenía que venir, que hay miedo, pero que están contentos porque son muchos.  Se nota que tienen ganas de hablar y de sentirse escuchados.

Conforme avanza la mañana crece la confianza informal entre nosotros, hacemos chistes y chascarrillos. No sabemos nuestros nombres ni historias personales,  pero no importa sabemos que estamos juntos en ese momento y porqué estamos marchando. Debo admitir que esa sensación de pertenencia y participación es emocionante y embriagadora. 

Desde la zona más elevada de la Gran Vía, justo donde confluye con el río Segura, la vista es impresionante, definitivamente han sabido distribuirse y organizarse para ocupar toda la gran vía. Observo los que simbólicamente avanzan delante de nosotros bajo un gran cartel publicitario de la ciudad que reza “Murcia, una ciudad para compartir”. Precisamente de eso se trata, así debería ser. Un poco más adelante, en un semáforo, un hombre detiene su fila para dejar cruzar a un coche, la conductora es una mujer joven que baja la ventanilla y agradece con la mano al hombre el gesto.

 “Murcia, una ciudad para compartir”. Vista de la Gran Vía de Murcia.

Poco a poco vamos avanzando, pasamos junto a los antiguos restos de la ciudad árabe de Murcia, abandonados a su suerte. Comento a mis compañeros que estamos pasando junto al origen árabe de la ciudad de Murcia, que fue fundada en el año 825 por Abderamán II. Se sorprenden mucho, parece que nunca en sus vidas hubieran pasado por aquí. Unos minutos después llegamos al Palacio de San Esteban, sede del gobierno regional y final programado de la manifestación.  La concentración de gente en la puertas del gobierno regional (vacío, es domingo) es impresionante. Unos cuantos líderes se agolpan para dirigirse a las masas, algunos manifestantes se suben a los árboles o las balaustradas para poder observar y escuchar mejor, otros se sientan pero nadie parece irse.

El primero en aparecer es Mamadou, delegado sindical de C.C.O.O con amplia experiencia y muy querido por la gente que llega a corear su nombre. En su discurso  recuerda hasta tres veces que ellos son parte de la economía de España y de Murcia,  un buen análisis al que muchos manifestantes puede que no hubieran llegado aún. En consecuencia merecen respeto y asegura que ya "no vamos a trabajar por 0,50 céntimos la caja", además arenga al personal afirmando que "esta batalla la vamos a ganar todos juntos" porque "no somos esclavos" y es ahora cuando "los trabajadores dicen basta".  A partir de ahí todos rompen con el grito improvisado de "¡¡¡basta!!!"

Para finalizar un par de discursos más, pero que emocionan menos y se da por concluido el acto, con los jornaleros más motivados y concienciados para defender sus derechos, conscientes de que son un colectivo y que tienen derechos que deben ser garantizados, porque con su infravalorado trabajo hacen posible que la economía agraria de la Región de Murcia genere plusvalías a los productores y estadísticas alcistas del porcentaje de exportación de productos agrícolas, que son el orgullo de la casta política regional.
Al día siguiente se volverá al tajo, pero ya no sería igual que antes…


Concentración y mitin a las puertas del gobierno regional. Final de manifestación.


[1] Convocatoria de la manifestación por C.C.O.O http://www.agroalimentaria.ccoo.es/agroalimentaria/Inicio:761460--CCOO_invita_a_participar_masivamente_a_la_manifestacion_contra_el_abuso_laboral_en_el_sector_agrario_en_Murcia_el_proximo_25_de_enero
[2] 10.000 según C.C.O.O, 3.000 según la prensa regional.